Leo en un periódico sectario y chantajista el siguiente titular: "El acoso de los mercados contra España e Italia...". Sería para reírse de no ser porque el mismo periódico, propiedad de un grupo capitalista radical, ha pedido ya la convocatoria de elecciones por Zapatero, a quien con un golpe informativo llevaron al gobierno, sin haber hecho todavía autocrítica por ello y de cuyo abuso del poder se han beneficiado hasta extremos que nadie conoce. Siempre los mismos clichés, los mismos tópicos, los mismos estereotipos, el mismo interés oculto.
Es evidente que esa demagogia informativa se dirige al público votante de la izquierda, para fabricar un "coco" con los mercados, cuando todo el mundo sabe, y Ángela Merkel ha recordado recientemente, que el problema es la deuda con la que ZP está arruinando a España porque necesita comprar votos antes de las elecciones. No paga nada y pide mucho prestado, no con su aval ni el de su partido o sindicato, sino con el de España, y los que podrían poner el dinero no se fían tanto de él como los que le votaron alucinando con el pleno empleo y sin aportar nada más que el papelillo que metían en la urna con el tono lúdico y festivo con que transcurren la vida democrática.
No es extraño que el efecto de este tipo de informaciones se considere alucinógeno y causado por un extraño tipo de droga legal que lleva unos 30 años en el mercado: la polanquina (de efectos similares a la heroína y cocaína pero más beneficiosos para los traficantes).
Tan evidente resulta que ZP podría recabar el apoyo financiero de sus diez millones de confiados votantes que no hacerlo le delata a él y al sistema. Le podrían hacer préstamos, por ejemplo de 30.000, Euros cada uno de los votantes al 6% y ya no dependería de los mercados tan odiosos. Los inversores-votantes se beneficiarían de un interés más alto del que les dan los bancos por sus ahorros. Los que no tengan ese dinero podrían pedir créditos hipotecarios al 3% y ganar otro 3% de interés sin arriesgar porque creen que la palabra de ZP es suficiente garantía ¿A qué esperan? ¿Por qué no brilla esa chispita en la mente conspiranoica de los acusadores de los mercados? Nadie lo sabe ni se lo explica; quizá sea inexplicable.
Es meridianamente claro que los votantes de ZP no le prestan más que el voto, algo que no cuesta nada, con lo que no arriesgan nada, algo que pueden hacer bajo los efectos alucinógenos de la información de las televisiones y periódicos, como el innombrable, sin sentir las nauseas que sentirían de estar plenamente conscientes.
Pero la confianza de los votantes en ZP y del votante de izquierda en general en sus líderes, expresada en dinero, no llega muy lejos, es casi nula, no creo que resista ningún test de stress. ¡Resulta curiosa la disfunción de confianza que se produce entre votar y pagar o invertir! Sólo confían en él para fastidiar, para que robe mediante impuestos y lo reparta en lo que llaman políticas sociales, de las que los principales beneficiarios no son los trabajadores, sino el entramado de extorsión sindical, los gais de las televisiones y titiriteros que entretienen al votante en las horas en que podría leer o pensar y que se manifiestan a cambio de suculentas subvenciones y que no ven que haya guerra en Libia porque son pacifistas.
Es lamentable que la democracia se reduzca a este mecanismo ruinoso de mentiras, incompetencia, chantajes, golpes de efecto, guirigais y una deuda acumulada que se deja para que la paguen los fachas cuando lleguen al gobierno y, curiosamente, la pagarán.
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