lunes, 25 de julio de 2011

Terrorismo y reacción

El reciente asesinato masivo en la tranquila y pacífica Noruega conmociona a cualquier persona por su barbarie. Pero resulta más ominoso y siniestro el sesgo de la información que se ha dado del mismo y sobre la que quiero hacer una sencilla reflexión.

Me sorprende el enfoque informativo de los medios de comunicación bolcheviques de una parte importante del mundo. Han extendido ampliamente la idea predominante de que el autor es un conservador, de extrema derecha, integrista cristiano, xenófobo e  islamófobo, etc. El cliché está ya fuertemente asumido antes de acabar la investigación del crimen y de saber si es un simple loco, un enfermo o un mero títere. Se traduce en una reacción de indignación contra la derecha en general, el cristianismo y el conservadurismo, a los que se relaciona con el método criminal por excelencia del socialismo que es el terrorismo (componente importante de la revolución junto a la huelga).

Más bien al contrario, esa prensa izquierdista, que difunde masivamente el cliché, no dice que el autor de la masacre sea masón ni defensor de los derechos de los gais -como ZP-, según él mismo declara. Así no hay ninguna reacción contra masones ni homosexuales, pero ¿no significa esto que esos colectivos pueden matar impunemente? De hecho no han sido acusados de ningún crimen en los últimos 30 años.

Curiosamente cuando se provocó el atentado de Atocha para cambiar el resultado electoral y se fingió la autoría árabe para encubrir a los verdaderos autores, eso no se tradujo en una reacción popular contra el islam sino contra Aznar y su gobierno, dirigida igualmente por los medios de comunicación que colaboraron en el golpe inventándose terroristas suicidas en una versión que, pese a su notoria falsedad, era premonitoria porque, luego, coincidió con la que el “tribunal” declaró oficial. Tampoco se reaccionó entonces contra el terrorismo de ETA porque resultaba “bueno” frente al islamista “malo” pero de cuya maldad se podía culpar al gobierno que sufrió el golpe.

Todo queda claro sabiendo que esos medios son claramente pro-terroristas en la sombra, justifican y legitiman las negociaciones de los terroristas del GAL (a los que nunca han considerado antidemocráticos) con los socialistas de la ETA y han ensalzado una monstruosa riada de crímenes desde que, con la revolución francesa, comenzaron los métodos terroristas inseparables del socialismo. Lamentablemente me temo que pronto ensalzarán la contribución de la ETA al asentamiento del sistema democrático en la península ibérica para ayudar a los del GAL.

Pero resulta sorprendente que ese poder manipulador monstruoso de los medios de comunicación que dependen de poderes ocultos tenga esa facilidad para tergiversar la percepción de la realidad de sectores tan amplios de la población; va más allá de su poder y de la simple desidia o desinterés de la gente. Creo por ello que no hay que despreciar el papel que en esa manipulación desempeñan los diferentes tipos de droga que dispensan en forma de noticias y que, por tanto, debamos considerar a esos medios narcotizantes de agentes tan diabólicos como el autor del atentado.

lunes, 18 de julio de 2011

Crisis y deuda

Leo en un periódico sectario y chantajista el siguiente titular: "El acoso de los mercados contra España e Italia...". Sería para reírse de no ser porque el mismo periódico, propiedad de un grupo capitalista radical, ha pedido ya la convocatoria de elecciones por Zapatero, a quien con un golpe informativo llevaron al gobierno, sin haber hecho todavía autocrítica por ello y de cuyo abuso del poder se han beneficiado hasta extremos que nadie conoce. Siempre los mismos clichés, los mismos tópicos, los mismos estereotipos, el mismo interés oculto.

Es evidente que esa demagogia informativa se dirige al público votante de la izquierda, para fabricar un "coco" con los mercados, cuando todo el mundo sabe, y Ángela Merkel ha recordado recientemente, que el problema es la deuda con la que ZP está arruinando a España porque necesita comprar votos antes de las elecciones. No paga nada y pide mucho prestado, no con su aval ni el de su partido o sindicato, sino con el de España, y los que podrían poner el dinero no se fían tanto de él como los que le votaron alucinando con el pleno empleo y sin aportar nada más que el papelillo que metían en la urna con el tono lúdico y festivo con que transcurren la vida democrática.

No es extraño que el efecto de este tipo de informaciones se considere alucinógeno y causado por un extraño tipo de droga legal que lleva unos 30 años en el mercado: la polanquina (de efectos similares a la heroína y cocaína pero más beneficiosos para los traficantes).

Tan evidente resulta que ZP podría recabar el apoyo financiero de sus diez millones de confiados votantes que no hacerlo le delata a él y al sistema. Le podrían hacer préstamos, por ejemplo de 30.000, Euros cada uno de los votantes al 6% y ya no dependería de los mercados tan odiosos. Los inversores-votantes se beneficiarían de un interés más alto del que les dan los bancos por sus ahorros. Los que no tengan ese dinero podrían pedir créditos hipotecarios al 3% y ganar otro 3% de interés sin arriesgar porque creen que la palabra de ZP es suficiente garantía ¿A qué esperan? ¿Por qué no brilla esa chispita en la mente conspiranoica de los acusadores de los mercados? Nadie lo sabe ni se lo explica; quizá sea inexplicable.

Es meridianamente claro que los votantes de ZP no le prestan más que el voto, algo que no cuesta nada, con lo que no arriesgan nada, algo que pueden hacer bajo los efectos alucinógenos de la información de las televisiones y periódicos, como el innombrable, sin sentir las nauseas que sentirían de estar plenamente conscientes.

Pero la confianza de los votantes en ZP y del votante de izquierda en general en sus líderes, expresada en dinero, no llega muy lejos, es casi nula, no creo que resista ningún test de stress. ¡Resulta curiosa la disfunción de confianza que se produce entre votar y pagar o invertir! Sólo confían en él para fastidiar, para que robe mediante impuestos y lo reparta en lo que llaman políticas sociales, de las que los principales beneficiarios no son los trabajadores, sino el entramado de extorsión sindical, los gais de las televisiones y titiriteros que entretienen al votante en las horas en que podría leer o pensar y que se manifiestan a cambio de suculentas subvenciones y que no ven que haya guerra en Libia porque son pacifistas.

Es lamentable que la democracia se reduzca a este mecanismo ruinoso de mentiras, incompetencia, chantajes, golpes de efecto, guirigais y una deuda acumulada que se deja para que la paguen los fachas cuando lleguen al gobierno y, curiosamente, la pagarán.

sábado, 16 de julio de 2011

Publirreportaje sectario


Ayer, 15 de julio de 2011 por la noche, emitieron en TVE 2 un documental sobre el tortuoso traslado de los cuadros del Museo del Prado a Ginebra durante la guerra civil. Me sublevó porque es un ejemplo del bochornoso modelo de manipulación informativa típica de un país socialista y quiero hacer constar mi más enérgica protesta contra esa patraña con la simple intención de dejar constancia de que no estoy drogado como parecerían suponer a los destinatarios del publirreportaje sus autores.

El publirreportaje estaba muy bien documentado y elaborado ¿Cuánto habrá costado? Con imágenes que, si no lo eran, parecían auténticas y originales se mostraba, paso a paso, el proceso de traslado y los peligros que durante él corrieron los cuadros. Entonces ¿Cómo es posible que algo tan bien documentado sea una colosal mentira? ¿Se puede engañar tanto con unas imágenes verídicas y con una descripción de los hechos tan precisa? Es obvio que sí y voy a explicar brevemente por qué.

Es mentira, de entrada, porque las obras de arte que se sacaron de la pinacoteca no corrían tanto peligro como para no haberse podido almacenar en los propios sótanos del Museo del Prado o en un bunker, como el que hicieron en Valencia, construido en cualquier sitio de Madrid o alrededores.

Es mentira porque las obras que se sacaron de su sitio eran obras religiosas, nobiliarias, tradicionales; habían sido encargadas, protegidas, acumuladas y cuidadas por la monarquía y la Iglesia. Los nacionales no podían tener ningún interés en destruirlas. Eran y son la principal seña de identidad de la multisecular cultura tradicional española que ellos buscaban mantener y preservar. Para ellos no tenían sólo un valor económico sino que eran la plasmación de la civilización por la que luchaban, por la que tenía sentido vivir y que sentían amenazada por la barbarie marxista tanto como sus propias vidas ante el terrorismo de la república, terrorismo que no era sólo vital sino, ante todo, cultural, como en el socialismo actual y de siempre.

Es mentira porque, por el contrario, para el gobierno de la república comunista esas obras religiosas y nobiliarias no podían tener más que un valor económico. Unos forajidos ateos no podrían apreciar el valor artístico e histórico que tenían, no sólo cuando se pintaron o se trasladaron, sino hoy y siempre obras de carácter religioso como el Cristo de Velázquez, el Entierro del Conde Orgaz del Greco, o los miles de objetos litúrgicos que estaban preparados para ser enviados tras los cuadros. ¿Qué podía significar todo eso para unos energúmenos que rabiosamente habían quemado iglesias, destruido obras de arte, incendiado bibliotecas y matado a sus conservadores dentro de la “legalidad” republicana? No podían, ni pueden, comprender ni respetar una obra religiosa o artística que consolide una tradición que pretendían erradicar violentamente.

Es mentira porque se oculta una evidente intención del gobierno de la república de llevarse el patrimonio pictórico tras de sí como simple botín ¿Cuántos gerifaltes republicanos y sus sicarios no podrían vivir de por vida con el precio cada uno de los cuadros? o bien para pagar a Stalin, él único respaldo de la república, la ayuda militar una vez agotado el oro del Banco de España que entonces, y hasta mucho después, negaban haber sacado del país. Esta posible interpretación, que es igualmente coherente con los mismos hechos, ni siquiera se menciona en el publirreportaje republicano socialista que posiblemente sólo busque mantener la tensión política como la que desencadenó la guerra.

Se miente para fabricar la presuposición de que el gobierno de la república comunista quería salvar al arte de la guerra, del enemigo, del insurrecto, que aparece como el monstruo que sólo busca la barbarie y la destrucción. Se le llama fascista continuamente, se representa como una amenaza para el arte a la par que, los que desplazaron los cuadros, aparecen como héroes de la civilización que salvaron el tesoro artístico español; pero no se mencionan algunos de los beneficios privados que sacaron de ese “esfuerzo”.

Se hace patente que la documentación cinematográfica que los forajidos de la república se encargaron de realizar con tanto detalle no tenía más que una función propagandística; el que ahora lo utilicen los socialistas muestra que son los mismos perros con distintos collares que los estalinistas de la república y que tienen los mismos propósitos.

Es finalmente mentira porque el publirreportaje, elaborado por el gobierno de facto de un país socialista igualitario, gaycrático, proterrorista y narcotizante, está dirigido a un espectador que suele ser extremadamente crítico pero no tiene ninguna capacidad de discernimiento, que es capaz de indignarse y ladrar con tal de no tener que pensar y trabajar. Es lamentable que nos obliguen a pagar con nuestros impuestos, a la fuerza, esta bazofia sectaria. Es mayormente lamentable que todo el sistema educativo de este país socialista esté impregnado de la misma zafiedad que el guirigay televisivo y que sólo se mantengan ambos por ser el resultado final de un proceso de degradación orgánica que los saca a flote.

Sería exigible el respeto a la verdad, pero ¿Qué puede importar la verdad a unos sicarios de la logia? Seguramente lo mismo que el arte y la religión.