El reciente asesinato masivo en la tranquila y pacífica Noruega conmociona a cualquier persona por su barbarie. Pero resulta más ominoso y siniestro el sesgo de la información que se ha dado del mismo y sobre la que quiero hacer una sencilla reflexión.
Me sorprende el enfoque informativo de los medios de comunicación bolcheviques de una parte importante del mundo. Han extendido ampliamente la idea predominante de que el autor es un conservador, de extrema derecha, integrista cristiano, xenófobo e islamófobo, etc. El cliché está ya fuertemente asumido antes de acabar la investigación del crimen y de saber si es un simple loco, un enfermo o un mero títere. Se traduce en una reacción de indignación contra la derecha en general, el cristianismo y el conservadurismo, a los que se relaciona con el método criminal por excelencia del socialismo que es el terrorismo (componente importante de la revolución junto a la huelga).
Más bien al contrario, esa prensa izquierdista, que difunde masivamente el cliché, no dice que el autor de la masacre sea masón ni defensor de los derechos de los gais -como ZP-, según él mismo declara. Así no hay ninguna reacción contra masones ni homosexuales, pero ¿no significa esto que esos colectivos pueden matar impunemente? De hecho no han sido acusados de ningún crimen en los últimos 30 años.
Curiosamente cuando se provocó el atentado de Atocha para cambiar el resultado electoral y se fingió la autoría árabe para encubrir a los verdaderos autores, eso no se tradujo en una reacción popular contra el islam sino contra Aznar y su gobierno, dirigida igualmente por los medios de comunicación que colaboraron en el golpe inventándose terroristas suicidas en una versión que, pese a su notoria falsedad, era premonitoria porque, luego, coincidió con la que el “tribunal” declaró oficial. Tampoco se reaccionó entonces contra el terrorismo de ETA porque resultaba “bueno” frente al islamista “malo” pero de cuya maldad se podía culpar al gobierno que sufrió el golpe.
Todo queda claro sabiendo que esos medios son claramente pro-terroristas en la sombra, justifican y legitiman las negociaciones de los terroristas del GAL (a los que nunca han considerado antidemocráticos) con los socialistas de la ETA y han ensalzado una monstruosa riada de crímenes desde que, con la revolución francesa, comenzaron los métodos terroristas inseparables del socialismo. Lamentablemente me temo que pronto ensalzarán la contribución de la ETA al asentamiento del sistema democrático en la península ibérica para ayudar a los del GAL.
Pero resulta sorprendente que ese poder manipulador monstruoso de los medios de comunicación que dependen de poderes ocultos tenga esa facilidad para tergiversar la percepción de la realidad de sectores tan amplios de la población; va más allá de su poder y de la simple desidia o desinterés de la gente. Creo por ello que no hay que despreciar el papel que en esa manipulación desempeñan los diferentes tipos de droga que dispensan en forma de noticias y que, por tanto, debamos considerar a esos medios narcotizantes de agentes tan diabólicos como el autor del atentado.